lunes, 20 de abril de 2015

Loa libros del mes de abril "El robo de las aes"



Reseña:

Un pequeño pueblo está agitado por las elecciones. Unos apoyan al poeta y otros al general. El periódico local publica artículos desacreditando a quienes apoyan al poeta. Un día, la imprenta amanece sin poder imprimir la «a» y el diario no puede circular. Una emocionante historia basada en un hecho real.
Magnífico libro lleno de intriga y de humor y todo un lujo de edición con unas sugerentes y llamativas ilustraciones.
Al final del libro aparece un anexo donde se informa sobre los primeros libros anteriores a la imprenta, de la invención de la escritura, de los diversos soportes sobre los que han pasado los libros, de las primeras técnicas de impresión, de los tipos móviles, de la invención de la imprenta, del linotipo, de la técnica del offset…
Para terminar  con unas curiosísimas apreciaciones sobre las aes:
Alrededor del 62%  de las palabras en castellano contienen la letra ”a” que proviene de la letra griega “alfa” y según el diccionario Compendio Latino-Hispánico publicado en 1829 por don Pedro de Sales, la letra “a” se define:
Primera letra en dignidad y naturaleza, la de sonido y pronunciación más claros, la más alegre de decir, la más excelente en sus formas, reina de los otros elementos del alfabeto y superior a todos ellos en mérito”.
Tod ví  gu rd  este libro una sorpres  pero es mejor que l  descubr  el lector.

Por eso la lectura de este álbum es muy recomendable a partir de los 10 años
  

El autor:

Gonzalo Canal Ramírez. Nació en Gramalote, Norte de Santander (Colombia), en 1916. Fue novelista, periodista y director del Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe y ha publicado algunos libros para niños, como la divertida historia El robo de las aes. Sus cuentos suelen centrarse en la vida de los niños de zonas rurales. Ocupó cargos en el gobierno y la diplomacia. Sin embargo, consagró la mayor parte de su vida a las artes gráficas, realizando trabajos tanto en el país como en el exterior. 


El ilustrador:

Peli o Julio Zúñiga, el ilustrador de este álbum realiza un excelente y maravilloso trabajo que encanta y sobrecoge al lector, Su trabajo a plumilla y emulando la técnica del grabado al aguafuerte logra hermosas ilustraciones coloreadas parcialmente con tonos planos. Con esta técnica representa personajes y paisajes típicos de un pueblo andino y crea a lo largo de todo el relato una atmósfera plástica de misterio y tensión.
Peli ha ilustrado también  para Ediciones Ekaré El perro del cerro y la rana de la sabana, Cán dida y Onza, tigre y león.



 LA VOZ DE SAN GABRIEL

Un día resolví, por mi propia cuenta y sin decírselo a nadie, poner fin a los insultos del periódico contra mi papá.
Me fui hasta la imprenta, que funcionaba detrás de la casa parroquial, a conocer cómo hacían La Voz de San Gabriel. Me fijé en cómo Tomás, el compositor, sacaba las letricas de los cajetines y sin equivocarse iba formando las palabras, las frases, los renglones. Mario, el armador, tomaba esos renglones de palabras y, como un rompecabezas, armaba la página, y Checame, el prensista, las imprimía sobre el papel.
Yo iba y venía del uno al otro contento de poder ayudar. Había ido a buscarles agua fresca del tinajero que estaba en el patio de las rosas, cuando de pronto como un rayo, se me vino una idea a la cabeza…
Lo más importante eran las letras, y las aes eran las más numerosas. Sin las aes no habría periódico.
Si yo me robaba las aes, ¡La Voz de San Gabriel no podría aparecer!
Pero… ¿cómo? ¿Robar al padre Demetrio? El plan me daba vueltas en la cabeza como un trompo… Total, si el cura podía insultar a mi papá, yo podía ayudar a que eso no siguiera pasando. Las aes, las aes, esas letras eran la solución.
Averigüé todo lo necesario: cómo cerraban las puertas, a qué hora se iban, cuándo terminaban de imprimir el periódico cada semana. Y mientras tanto, las aes me bailaban, me llamaban, me atraían.
Me fui con la cabeza llena de aes y hasta le puse una velita a San Antonio para que me iluminara.
¿Cómo podría robarme esas aes?
El sábado era el día. La imprenta estaba cerrada y empezaba a trabajar el martes de la semana siguiente. Cuando se dieran cuenta del robo, ya las aes estarían muy lejos.
Los días anteriores a ese sábado fueron interminables. En mi cerebro una danza de aes, un chisporroteo de aes, un hormiguero de aes me acompañaba todo el tiempo mientras el plan se me iba formando. Si dormía, soñaba con las aes; si ayudaba a los peones en el ordeño, todas las vacas tenían forma de aes; los caballos en el establo eran aes que relinchaban.
Aes, aes, aes.
¡Qué bonitas, qué peligrosas,
qué importantes las aes!
El sábado llegó y mi caballo Emir y yo fuimos temprano al pueblo a visitar a las tías. Como a las cuatro de la tarde comenzó mi plan. Entré con Emir en el patio de la casa parroquial y le pedí permiso al peón Casimiro para ir a hacer una ”necesidad”.
— Pase mijo, vaya- contestó él, viniendo hacia mí.
— Y me tienes por favor a Emir, no le gusta estar con otros caballos.
— Lindo potro tu Emir, yo te lo cuido.
Cuando entré en el taller el miedo se me hizo más grande, tan grande como el cura Demetrio en el púlpito. Me parecía que él veía lo que yo estaba haciendo. Mientras sacaba las aes del cajetín, los dedos se me agarrotaron, me temblaban las piernas, sudaba frío y casi no podía respirar. Estuve a punto de arrepentirme y el miedo hizo verdad la “necesidad” que le había inventado a Casimiro. Esto casi lo echa a perder todo porque no estaba en el programa.
Cuando salí, un relincho de Emir me dio las fuerzas que me faltaban para atravesar el patio. Las hojas que crujían bajo mis pasos me acusaban, y mi forma de caminar seguramente era muy rara, porque al verme, Casimiro comentó:
— Ay mijo, pa’esos dolores dígale a su mamá que le prepare un guarapito de menta.
— Ya pasó, voy a la finca. Gracias, Casimiro.
Y salí mandado como un tiro rumbo a mi casa.
Emir corría como un campeón. De pronto empecé a sentir que alguien nos perseguía.
Las aes me pesaban en los bolsillos, y en la conciencia me parecía oír la voz del cura acusándome.
Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis, San Martín y hasta San Jorge con dragón y todo me perseguían.
La tarde se hacía oscura y asustaba como nunca.
Yo sentía los demonios del cielo y de la tierra acechándome en cada curva del camino, oía los gritos de la Llorona, las súplicas de las ánimas del purgatorio y los cantos del Silbón. Al pasar por el pozo del ahogado, vi como este se levantaba del pantano con sus manos huesudas para agarrarme.
¡Corre, Emir, corre!
Oía el aleteo del arcángel San Gabriel sobre mi cabeza.
¡Corre, mi caballito, que nos alcanzan!
Cuando vi las luces de la hacienda, el olor del cafecito me llegó colgado de la brisa. Entonces todos los demonios desaparecieron. Ya estaba en casa. Nadie me perseguía. Las letras estaban en mis bolsillos, y Emir y yo no podíamos respirar del cansancio.

Tomado de: El robo de las aes
Cuento de: Gonzalo Canal Ramírez
Ilustrado por: Peli
Editado por: EDICIONES EKARÉ



ACTIVIDADES:

1.- Hoy en día los periódicos no se hacen como describe el texto. Con la ayuda de tu equipo de trabajo investiga y haz un informe sobre el funcionamiento de un periódico en la actualidad.

2.- ¡Qué problema la falta de las aes…! Intenta escribir unos titulares de periódico  sin que aparezca ninguna a.

3.- ¿Cómo consigue entrar el protagonista de este relato en el periódico?

4.- Escribe una historia cuya acción transcurra en  un periódico y envíala por correo postal, acompañado de un dibujo, con nombre y apellidos, curso, colegio, nº de teléfono y dirección de e-mail a:
Concurso Literario Grupo Leo
Apartado de Correos 3008
(03080 Alicante)

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