domingo, 22 de abril de 2012

Leo Leo que me animo a leer: Cuentos de nube y miel

Artículo visto en:
Suplemento de Educación Infantil "La Tiza" 18-04-2012
Diario Información de Alicante


LAS BAYAS DEL TEJO
El mismo día que el cielo descargaba una gran tormenta sobre el bosque, nació Red; un pequeño zorro rojo que fue conociendo el olor a lluvia y a primavera desde su madriguera excavada entre las rocas. A su lado, otro cuerpo se movía; era el de Moon, una preciosa hembra del mismo color. Justo a los nueve días, cuando el sol intentaba abrirse paso entre las grisáceas nubes, ambos salieron del cubil y pisaron tierra por vez primera. Y fue a partir de entonces cuando su madre les fue enseñando poco a poco donde vivían.
Les mostró el extenso robledal salpicado de fresnos y avellanos. También supieron de esos pequeños cuerpecillos con forma de sombrero que crecían en la humedad que proporcionaba la sombra de los árboles, y se llamaban setas; y les reveló el nombre y las costumbres de todos los animales que como ellos habitaban aquella gran extensión de plantas, de troncos leñosos, matas y corrientes de aguas, llamada: bosque.
Finalmente, conocieron a muchos amigos como Rufo, un búho de grandes y anaranjados ojos, que solo cazaba por las noches. Otilia, una preciosa nutria que siempre estaba junto a los múltiples cursos de agua que había en el bosque; o Bear, un oso con fuertes garras y poderosos colmillos, cuya maestría para sacar pescado del río hasta la orilla y de un zarpazo, era conocida por todos.
Los dos zorros pronto aprendieron a cazar y a entender sobre frutos y bayas silvestres. También a ser astutos, ágiles y, además, a comprobar su excelente vista, finísimo olfato y agudo oído.
Mientras, los días en el bosque eran cada vez más cortos y el viento que agitaba los árboles, más frío. El verano estaba agonizando, pero aquella noche de septiembre no fue como las demás noches.
Los pequeños zorros esperaban a su madre que, como siempre, venía de cazar bajo la luz brillante de la luna. Solo que esta vez, su tardanza duraba más que de costumbre, por lo que decidieron salir a su encuentro. Cuando los primeros relámpagos aparecieron iluminando el firmamento, cada uno de ellos tomó un camino diferente para buscarla.
Rufo, al ver la escena, siguió a Red, sin ser visto.
—¡Madre!..., ¡Madre!... ¿Dónde estás? —repetía, mientras corría de un lado a otro.
De repente, unos cartuchos de pólvora y sangre fresca por el suelo, hicieron presagiar lo peor. El joven zorro acercó su hocico al fluido de color escarlata y presintió que su madre estaba muerta. Un dolor intenso, desconocido hasta entonces, le partió el corazón en mil pedazos. Buscó su cuerpo por todos los lados y no lo encontró. Así que, Red, empapado de lluvia y de tristeza, gritó su sufrimiento por todo el bosque.
Rufo, con los ojos llenos de lágrimas, supo que de nuevo la codiciada piel de los zorros había sido el motivo para que el hombre usara esa máquina infernal contra ellos, y prometió allí mismo cuidar siempre de los pequeños.

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Tomado del libro:
Cuentos de nube y miel

Autor del relato: Mª Ángeles Salas
Ilustrador: Pilar Limiñana
Editorial: ECU
Colección: Piñata
Actividades:
  1. Cuando Red y Moon pisaron tierra por vez primera, ¿qué les enseñó su madre?
  2. ¿Por qué aquella noche de septiembre no fue igual que las demás?
  3. Después de leer el final de este cuento, te animamos a que hagas otro diferente y esperanzador, junto con una ilustración original.
grupoleo@terra.es

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