domingo, 12 de junio de 2011

Leo Leo que me animo a leer: Un fantasma para Ángela

Artículo visto en:
Suplemento de Educación Infantil "La Tiza" 08-06-2011

Los allanamoradas

El coche había parado junto a la puerta de la verja de nuestra casa, lo que quería decir que ya venían a llevarme con ellos.

-¡Han vuelto! ¡Han vuelto! –grité muy contento porque ya no me importaba ir a Buenos Aires. Así que subí corriendo al desván para verlos llegar desde la ventana del tejado, porque desde allí se veían millas y millas a la redonda.

Cuando me asomé ya habían abierto la puerta de hierro, pero se ve que no encontraban el camino porque había crecido tanto la maleza que no se veía el suelo, así que empezaron a tantear con los pies y luego a separar los matojos con unos palos que encontraron. Además se veía que papá ya lo esperaba y había pedido ayuda, porque con ellos iba un hombre gordo con su palo y todo.

Pero cuando se acercaron, cuando ya llegaban a la casona, me di cuenta de que no eran ellos. Ni mi padre, ni mi madre, ni Lorenzo, ni Rosalía. Eran unos padres y unos hermanos diferentes pero que tenían llave, porque abrieron la puerta y entraron todos, sin importarles nada que aquélla fuera mi casa y no la de ellos.

Bajé del desván con intención de despacharlos porque estaba muy enfadado con aquellos allanadores de morada. Pero no sé por qué no lo hice. Me escondí detrás de un perchero y esperé a ver qué hacían.

-La casa es magnífica- dijo la madre que no era mi madre al padre que no era mi padre.

-Y eso que lleva mucho tiempo deshabitada. Una familia como la de ustedes le dará vida-contestó el hombre gordo que todavía tenía las llaves en la mano.

Iban mirando y tocándolo todo, que seguro que a mi madre iba a parecerle mal cuando yo se lo contara. Además el hermano que no era mi hermano entró en la sala y salió corriendo gritando:

-¡Venid a ver este cuarto!

Le siguieron todos y se quedaron embobados con la cara fija en el techo, admirando mi obra grandiosa.

-Es una verdadera pesadilla, dijo con voz muy triste la madre que no era mi madre.

El hombre de las llaves, el gordo, la miró todavía más triste.

-Le advierto señora, que el propietario de la casa era un renombrado pintor y que sus cuadros se exponen en las más importantes pinacotecas del mundo. Cualquiera se sentiría afortunado por tener una obra así en su casa.

-Pues a mí…

-Cariño –la interrumpió el padre que no era mi padre-, nosotros no entendemos de arte. Si esto lo hizo un gran pintor, seguro que es una gran obra.

-¡Grandiosa! –grité sin darme cuenta desde el perchero. Pero nadie me hizo caso, porque querían seguir viendo la casa y entraban y salían de las habitaciones hablando cada vez más fuerte y midiendo con un metro los pasillos y los cuartos.

-Mami, yo me pido éste porque tiene una ventana ideal- dijo desde el cuarto de invitados la hermana que no era mi hermana.

Eso me hizo comprender lo que pasaba. Aquella gente desconocida había comprado mi casona y pensaba vivir en ella, lo que quería decir que mis padres se la habían vendido sin sacarme antes de ella, y me pareció terrible, porque a ver, ¿qué clase de padres eran los míos vendiendo su casa con un hijo dentro?

Me pregunté también si los padres que no eran mis padres sabían que la casa que habían comprado iba con un chico. Porque igual no tenían ni idea y yo no les interesaba nada. A lo mejor me echaban, porque aquélla era ahora su casa. Lo malo es que si me echaban yo no sabría donde vivir. Y me había metido en todo aquel lío sólo porque me empeñé en no ir a Buenos Aires. ¡Mira que fui tonto!

Decidí que debía esconderme hasta ver qué pasaba con aquella familia que no era mi familia. Me pareció que el desván era un buen sitio, porque allí había muchos muebles donde podría esconderme en el caso de que alguien subiera. Además el desván siempre me había gustado y solía quedarme allí días y días para no ir al colegio y nunca me había encontrado nadie, porque soy bueno para eso de esconderme. Parezco totalmente invisible si me lo propongo.


Tomado de: Un fantasma para Ángela
Ilustrador: Toni Cabo
Editorial: Algar - Colección Calcetín Rojo
Actividades:
  1. Si tus padres tuvieran que cambiar de residencia, ¿en qué lugar te gustaría vivir? ¿Qué es lo que más sentirías dejar del lugar en el que vives?
  2. Si pudieras ser invisible como lo es Martín, ¿qué harías?
  3. Martín ignora que en realidad es un fantasma, y que es esa la razón de que sus padres se fueran a Buenos Aires cuando murió y de que no vuelvan a por él. Imagínate cómo continúa esta historia, escríbelo y envíalo al Grupo Leo acompañándolo de un dibujo e indicando tu nombre y dirección:
grupoleoalicante@gmail.com

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